OBJETIVOS:
Mostrar la gran complejidad de un procedimiento habitualmente rutinario debida a la inflamación local y a las maniobras previas.
MATERIAL Y MÉTODOS:
La cirugía citorreductora en el carcinoma de ovario es el paradigma del tratamiento en pacientes en estadíos avanzados, pues se ha demostrado una relación inversa entre la cantidad de enfermedad tras la intervención y las supervivencias global y libre de enfermedad y la respuesta a la quimioterapia. La intervención incluye en >90% de los casos una linfadenectomía ilíaca y paraaórtica,
Presentamos el caso de una paciente de 55 años con carcinoma de ovario de alto grado sometida en centro externo a citorreducción quirúrgica que incluyó linfadenectomía paraaórtica. Presenta fístula urinaria en uréter proximal izquierdo en el postoperatorio, por lo que se realiza reparación quirúrgica y doble J a las 48 horas. 2 semanas tras el alta, inicia fiebre y dolor abdominal y acude a Urgencias de nuestro centro, donde se diagnostica urinoma perirrenal infectado a pesar de doble J; se realiza drenaje de la colección y colocación de nefrostomía percutánea como doble derivación de vía urinaria izquierda.
La clínica de fiebre y dolor se resuelve con esta maniobra. En TAC de control a las 6 semanas de derivación urinaria anterógrada y retrógrada se objetiva resolución de la colección, pero la fístula persiste y el riñón izquierdo presenta retraso funcional, por lo que se acuerda realizar nefrectomía laparoscópica.
RESULTADOS:
La intervención se realiza sin incidencias más allá de un tiempo quirúrgico prolongado debido a la complejidad del campo quirúrgico (195 min). Cursó un postoperatorio sin complicaciones y fue alta a las 48 horas. La AP se informó como compatible con fístula renal.
CONCLUSIONES:
El tratamiento de la fístula urinaria se basa de inicio en una actitud conservadora mediante derivación urinaria con o sin reparación directa del defecto. Si fracasa dicha estrategia, en el caso de las vías altas hay varias alternativas quirúrgicas, entre las que se incluyen el autotrasplante, la sustitución ureteral y la nefrectomía. La elección de la técnica debe ser individualizada y tener en cuenta las posibilidades técnicas y la elección y expectativas del paciente.
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